Blancos y negros, ¿y qué?,Al final, todos somos hijos de un mismo Dios.

Blancos y negros, ¿y qué?
Al final, todos somos hijos de un mismo Dios.
sep 10, 2025
Hoy quiero seguir con mis anécdotas cortas, algunos pasajes de mi vida, antes de que la memoria me falle —quién sabe cuánto puede durar la chispa de la vida.
Resulta que hoy, saliendo del trabajo, me crucé con una mujer negra despampanante y exuberante, y me vino a la mente una etapa de mis años en Cuba, en algunos momentos demasiado golfo, para cómo organicé mi vida a posteriori.

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Contexto:
Para situaros: sería el verano del 91 o así (mis amigos seguro me lo aclararán). Yo trabajaba (bueno aquello no era trabajo) en el hotel Villa Las Brisas, en las playas del Este de La Habana. Ese año habían venido de vacaciones, una vez más, mis amigos de Valencia, José Manuel y “el Chaparro”. Y no sé cómo, pero consiguieron pasar por la aduana del aeropuerto una paletilla entera de jamón, de la que estuvimos comiendo varios días.
Cuando ya quedaba poco jamón, decidieron organizar “la fiesta del jamón” en la casa donde estaban hospedados, creo que era la casa número 100 de Villa Las Brisas, en lo alto de la loma de Santa María del Mar. La idea fue deshuesar lo que quedaba del jamón y cortarlo en trozos, como en tacos, para servirlos así. Creo que sin pan, ni vino… pero bueno, estábamos en Cuba, y cualquier excusa era buena para armar una fiesta.
La tarde de antes en mi casa:
Ese mismo día de la fiesta del jamón, pero por la tarde, yo había llevado a mi casa a Lucia una amiga italiana con la que me había estado enredando los días anteriores. De esa tarde tengo fotos. También pasaron algunos amigos, por mi casa, no recuerdo bien quién vino y compartimos un rato, bebiendo el vino casero que preparaba mi padre con sus fórmulas de toda la vida. Recuerdo a mi madre muy contenta de recibir a la italiana en casa, tal vez porque le recordaba a su propia madre, que era de Calabria. Después de un rato, cada uno se fue para su casa, a arreglarse para la noche y asistir a la famosa fiesta del jamón.
La fiesta del jamón:
Ya por la noche, en la casa 100, nos reunimos todos, no recuerdo bien quienes éramos además del Pel y el chaparro, también creo que estaba Ale, el Popi, Ivancito, bueno, ellos me rectificarán, creo que mi amiga Lucía, la italiana, pasó apenas un rato y se marchó enseguida. Al final nos quedamos los chicos solos, y la fiesta empezaba a aburrirme un poco, con aquel jamón cortado en taquitos. Entonces decidí acercarme al Habana Club, una especie de sala de fiestas al aire libre, que quedaba justo en la zona donde yo trabajaba, al lado del almacén del hotel.
En el Habana Club me encontré con una amiga cantante, una mujer negra impresionante, a la que había conocido meses o semanas antes, gracias a un cliente italiano del hotel Las Brisas, donde él se hospedaba. Este señor solía invitarme a su mesa del club, para ver el espectáculo, donde actuaba mi amiga la cantante: una negrona muy alta y elegante, un auténtico mujerón. Al italiano le fascinaba, fue quizás por culpa del italiano, que me fijé en la cantante y la invité a la mesa, para que compartiera con nosotros, al principio yo apenas le prestaba atención a la chica, quizás por ser negra estaba fuera de mi radar, no porque fuera cantante y fuera muy exuberante, eso no era una autolimitación para mi, en aquel momento y a esa edad, tenía pocas auto limitaciones especialmente con las chicas.
Mis limitaciones mentales, y sociales, y mi poco conocimiento de Dios:
Quizá no me fijaba en las chicas de color, por pura vanidad y falsa creencia de superioridad y creencias estúpidas, que reconozco con el tiempo, a pesar, de que mis padres siempre me educaron con mucho respeto por el prójimo, fuera éste de cualquier raza, religión o creencia, nunca he visto grandes diferencias entre humanos, sean de donde sean, ni del estrato social al que pertenezcan, para mí somos todos hijos de un mismo dios, y por tanto como hermanos, al menos eso es lo que dice el cristianismo y eso creo..

Marcela y Ramon
Recuerdo una anécdota que me contó mi padre cuando estuvo de vacaciones con mi madre de viaje de novios en Miami, cuando se casaron, supongo que sería por los años 50, me contó lo chocante que le pareció que en los autobuses los negros se tenían que sentar en la parte de detrás, algo que en Cuba creo que nunca existió, y en otra ocasión, mis padre iban paseando por la calle, y mi padre tenía sed y se acercó a una fuente, que ponía un cartel «solo para los negros», le pareció una aberración estúpida y bebió agua igualmente, en fin, a pesar de todo lo que se ha avanzado en ese sentido, supongo que a mí aún me quedaban falsas creencias, alimentadas por creencias del pasado
La cuestión es que con el tiempo, y tras varias noches en el club, mi mente fue cambiando y ya no veía a la chica con ningún aire de superioridad y terminamos acercándonos, y así empezó nuestra relación, que como todas duraba poco, en ocasiones solo una noche.
Quizás por esa transformación y mi convicción espiritual, he querido llamar a esta anécdota con ese título:
Blancos y negros, ¿y qué? Al final, todos somos hijos de un mismo Dios.
Esa noche, en la fiesta del jamón, me encontré a mi amiga la cantante trabajando en el club. La invité a que viniera con nosotros a la casa 100 y aceptó. Después de un rato en la fiesta, nos marchamos juntos hacia mi casa. Llegamos tardísimo, tras coger dos autobuses desde Santa María hasta Cojímar. Mis padres vivían justo debajo del apartamento donde yo tenía la habitación, y siempre estaban atentos a mis idas y venidas. Parece que mi madre me oyó subir la escalera y pensó: “Ah, ha regresado con la italiana”.
Al día siguiente por la mañana, mi padre estaba en el jardín como siempre, regando las plantas y cortando hierbas, con su mojito y escuchó a mi madre decir que, si la chica y yo nos quedábamos a comer, entonces ella iba a preparar unos espaguetis, supongo que en honor lo que le había enseñado de la cocina italiana su madre calabresa, porque ella pensaba que yo estaba con Lucía, la italiana que había conocido la tarde anterior.
Final con un poco de humor real, para no aburriros:
Pero cuando bajamos por las escaleras y mi padre me vio bajar con la negrona cantante, mi padre se giró hacia mi padre y le dijo:
—Olvídate de los espaguetis… mejor prepara arroz con frijoles.
Podcast de 13 minutos hecho con NotebookLM
Agradecimientos:
- A todos mis amigos por haber compartido tan buenos momentos y aun seguimos manteniendo nuestros lazos de mitad a pesar de las distancia.
- a ChatGPT5,. por esas estupendas imágenes que me recuerdan a muy buenos pintores cubanos.
- a Image2image.ia por restaurar y colorear la foto de mis padres
Bueno, gracias a mi amigo Ale, puedo poner estas imagenes del Hotel Villa las brisa en la actualidad


Pero lo que me ha dado verdadera pena es el esto en que se ha quedado el local nocturno Habana Club

Lo que queda de la entrada del Habana Club

Esto es lo que queda del local donde trabajaba, el almacén de bebidas del hotel Las Brisas, ahora completamente derruido, como casi todo en la Habana o seguramente en toda Cuba, qué desastre!!!




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