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¿Por qué luchas en Bitcoin? S. Tominaga, AKA C.S.W.

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¿Por qué luchas en Bitcoin?

S. Tominaga, AKA CSW
26 de noviembre de 2024
Traductor de Google
No luchas porque las probabilidades están a tu favor. Luchas porque es lo que hay que hacer. Sí, BTC tiene más dinero, más gente, más ruido para ahogar la verdad. Eso no es ninguna revelación. La balanza se ha inclinado desde el principio y todo el mundo lo sabe. Pero saber que el juego está amañado no impide que se juegue. No hace que la lucha sea menos necesaria.

La cuestión no es entrar en la batalla esperando un desfile de la victoria. La cuestión es mantenerse firme, mantener la línea, incluso cuando sabes que la máquina es más grande, más ruidosa, más pulida. Luchas porque alguien tiene que hacerlo. Porque dejar que aplasten la verdad significa que pierdes más que un caso: pierdes el principio. Y el principio, una vez entregado, no vuelve.

No se trata de ganar fácilmente. Se trata de hacer lo correcto, incluso cuando las cartas están apiladas, incluso cuando la multitud está en tu contra. Siempre has sabido el peso de lo que te enfrentas. Pero el peso de saber no es lo que te quiebra, es lo que te agudiza. Por eso luchas. No por las probabilidades ni por la gloria, sino porque es lo correcto. Y eso es suficiente. 

La batalla no es solo por mí. No se trata de un tribunal o un veredicto. Se trata de lo que BTC está tratando de hacer: en qué están convirtiendo a Bitcoin. Un sistema que no fue construido para el anonimato sino para la honestidad. Un sistema que se suponía que traería responsabilidad y transparencia. Y sin embargo, aquí están, retorciéndolo, deformándolo para convertirlo en algo oscuro. Una herramienta para blanquear dinero. Un mercado para la pornografía infantil. Un conducto para financiar la corrupción, la violencia y los rincones más feos de la existencia humana.

Imagínenselo. Un sistema donde la verdad muere en las sombras. Donde un político acepta un soborno y este desaparece sin dejar rastro. Donde los más ricos pueden financiar asesinatos de quienes se oponen a ellos, y nadie lo sabe nunca. Eso es lo que están construyendo. Eso es lo que llaman «libertad». Pero no es libertad. Es un caos envuelto en mentiras marxistas/anarquistas.

BTC no quiere responsabilidad. No quiere integridad. Quiere que los ricos y los corruptos tengan su patio de recreo, donde cada acto sucio pueda ocultarse bajo el disfraz de la «privacidad». Pero eso no es privacidad. Eso es podredumbre. Ese es un mundo donde las reglas ya no importan, donde la moralidad es solo una reliquia, donde el poder opera sin control.

¿Y esto? Esto es precisamente por eso luchamos. No porque sea fácil, no porque las probabilidades nos favorezcan, sino porque es la batalla que debe librarse. Si no nos ponemos de pie ahora, ¿qué queda? Un sistema que permite que el poder se descontrole, que protege a los culpables, que desmantela la idea misma de justicia. No se trata solo de Bitcoin. Se trata del futuro. De si la tecnología sirve a la gente o la esclaviza.

BTC es la primera línea de esta guerra. Quieren quemar la visión original, convertirla en cenizas y reemplazarla con su versión retorcida del progreso. Pero estamos aquí. Nos mantenemos firmes. Y luchamos, no porque pensemos que ganaremos, sino porque dejarlos ganar sin luchar es peor que perder. Esta es la batalla y no nos rendiremos. 

La verdadera batalla no es sólo contra BTC; es contra los titiriteros detrás de él: BlackRock, Square y los gigantes sin rostro que financian este circo. Estas entidades, estos imperios huecos, se preocupan por una sola cosa: el dinero. No la innovación. No el progreso. No la justicia. Sólo el dinero. Su misión no es construir un sistema mejor, sino romper el que los mantiene bajo control. No buscan la libertad; buscan la invisibilidad, un mundo donde puedan mover miles de millones bajo la mesa sin que nadie se dé cuenta.

Lo que quieren es una autopista subterránea para su riqueza, un sistema que esquive todos los impuestos, todas las regulaciones, todas las formas de rendición de cuentas. Sin supervisión. Sin transparencia. Sólo el poder moviéndose silenciosamente, corruptamente, sin resistencia. Estos no son innovadores; son los arquitectos de la evasión. Los ricos siguen siendo ricos y sin rendir cuentas, mientras el mundo arde a su alrededor.

Financian a BTC no por su promesa sino por su potencial para borrar sus huellas. Para desmantelar las salvaguardas que hacen que la sociedad funcione. Quieren evitar pagar su parte y asegurarse de que sus fracasos permanezcan enterrados. Quieren jugar sin consecuencias, desviar la culpa, controlar la narrativa y manipular el juego aún más a su favor. Y lo venden como «libertad», como «innovación», pero no es más que una cortina de humo para la avaricia.

Son las mismas personas que financian sistemas que protegen a los poderosos mientras explotan a los débiles. Hablan de descentralización, pero lo que realmente quieren decir es desregulación. Quieren desmantelar los controles que los mantienen honestos, las reglas que los obligan a responder por sus acciones. No están aquí para construir, están aquí para derribar todo lo que los obligue a rendir cuentas. Este es su objetivo final: un sistema en el que pueden mover dinero, financiar la corrupción y evitar ser detectados, todo mientras se esconden detrás de la falsa bandera de la tecnología.

Y estamos aquí para denunciarlo. Para oponernos a esta máquina de avaricia y engaño. Para luchar por un sistema que no se doblegue ante sus intereses. Porque si no lo hacemos, conseguirán lo que quieren: un mundo en el que sus fracasos no importen, en el que sus crímenes pasen desapercibidos y en el que controlen todo mientras pretenden ofrecernos libertad.

Pero nosotros sabemos que no es así

y no permitiremos que se salgan con la suya. 

You don’t fight because the odds are stacked in your favour. You fight because it’s what needs to be done. Yeah, BTC has more money, more people, more noise to drown out the truth. That’s no revelation. The scales have been tipped from the start, and everyone knows it. But knowing the game is rigged doesn’t stop the game from being played. It doesn’t make the fight any less necessary.

The point isn’t about walking into battle expecting a victory parade. The point is about standing your ground, holding the line, even when you know the machine is bigger, louder, more polished. You fight because someone has to. Because letting them steamroll the truth means you lose more than a case—you lose the principle. And principle, once surrendered, doesn’t come back.

This isn’t about winning easy. It’s about doing what’s right, even when the deck is stacked, even when the crowd is against you. You’ve always known the weight of what you’re up against. But the weight of knowing isn’t what breaks you—it’s what sharpens you. That’s why you fight. Not for the odds. Not for the glory. But because it’s the right thing to do. And that’s enough. 

The battle isn’t just about me. It’s not about a courtroom or a verdict. It’s about what BTC is trying to do—what they’re turning Bitcoin into. A system that wasn’t built for anonymity but for honesty. A system that was supposed to bring accountability and transparency. And yet, here they are, twisting it, warping it into something dark. A tool for laundering money. A marketplace for child pornography. A pipeline for funding corruption, violence, and the ugliest corners of human existence.

Imagine it. A system where the truth dies in shadows. Where a politician takes a bribe, and it vanishes without a trace. Where the wealthiest can fund assassinations on those who stand against them, and no one ever knows. That’s what they’re building. That’s what they’re calling «freedom.» But it’s not freedom. It’s chaos wrapped in marxist/anarchist lies.

BTC doesn’t want responsibility. It doesn’t want integrity. It wants the rich and the corrupt to have their playground, where every dirty deed can be hidden under the guise of «privacy.» But that’s not privacy. That’s rot. That’s a world where the rules don’t matter anymore, where morality is just a relic, where power operates unchecked.

And this? This is why we fight. Not because it’s easy, not because the odds favour us, but because it’s the battle that needs to be fought. If we don’t stand up now, what’s left? A system that lets power run wild, that shields the guilty, that dismantles the very idea of justice. This isn’t just about Bitcoin. It’s about the future. About whether technology serves the people—or enslaves them.

BTC is the front line of this war. They want to burn the original vision, turn it to ash, and replace it with their twisted version of progress. But we’re here. We’re standing. And we’re fighting, not because we think we’ll win, but because letting them win without a fight is worse than losing. This is the battle. And we won’t walk away. 

The real battle isn’t just against BTC; it’s against the puppet masters behind it—BlackRock, Square, and the faceless giants funding this circus. These entities, these hollow empires, care about one thing and one thing only: money. Not innovation. Not progress. Not fairness. Just money. Their mission isn’t to build a better system but to break the one that keeps them in check. They’re not after freedom; they’re after invisibility, a world where they can shuffle billions under the table without anyone noticing.

What they want is an underground highway for their wealth, a system that dodges every tax, every regulation, every form of accountability. No oversight. No transparency. Just power moving silently, corruptly, without resistance. These aren’t innovators; they’re the architects of evasion. The rich staying rich and unaccountable, while the world burns around them.

They fund BTC not for its promise but for its potential to erase their tracks. To dismantle the safeguards that make society work. They want to avoid paying their share while making sure their failures stay buried. They want to gamble with no consequences, to shift the blame, to control the narrative, and to rig the game even further in their favour. And they’re selling it as «liberty,» as «innovation,» but it’s nothing more than a smokescreen for greed.

These are the same people who fund systems that protect the powerful while exploiting the powerless. They talk about decentralisation, but what they really mean is deregulation. They want to dismantle the controls that keep them honest, the rules that force them to answer for their actions. They’re not here to build—they’re here to tear down anything that holds them accountable. This is their endgame: a system where they can move money, fund corruption, and avoid detection, all while hiding behind the false flag of technology.

And we’re here to call it out. To stand against this machine of greed and deception. To fight for a system that doesn’t bow to their interests. Because if we don’t, they’ll get what they want—a world where their failures don’t matter, where their crimes go unseen, and where they control everything while pretending to offer us freedom.

But we know better.

And we won’t let them get away with it. 

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